Cómo evitar el calor con el "efecto cueva"
Néstor Espinosa Mitjanas
20 junio 2025
Néstor Espinosa Mitjanas
20 junio 2025
Estos días, el calor aprieta. No solo durante el día, sino también por la noche. Estamos viviendo lo que se conoce como noches tropicales, en las que las temperaturas mínimas no bajan de los 20 grados. Y eso incide en el sueño, que es más ligero, menos reparador, y el cuerpo amanece cansado. Esto se traslada al resto del día: nos cuesta concentrarnos, estamos más irritables, y hasta el corazón late un poco más deprisa. El calor no solo agota, desgasta.
En momentos así, la casa se vuelve aliada o enemiga. Y eso no depende solo del aire acondicionado o de tener un ventilador a mano, sino de algo más profundo: cómo está pensada para comportarse cuando el termómetro sube.
Una casa bien preparada tiene lo que se llama inercia térmica. Dicho de forma sencilla: es su capacidad de acumular frío o calor, y liberarlo poco a poco. Como una cueva, que se mantiene fresca aunque fuera el sol lo abrase todo. Si por la noche refresca y la casa está bien diseñada, puede conservar ese frescor durante las horas de más calor.
Pero para lograrlo hay que conocer cómo se comporta el espacio. Un primer paso muy sencillo es colocar sensores de temperatura: uno dentro de casa y otro fuera, siempre en la sombra. Eso te permite tomar decisiones informadas, casi como si hablaras con la casa y ella te dijera cómo se siente.
La lógica es simple:
Si fuera hace más fresco que dentro, abre ventanas, deja que el aire circule, que la casa respire.
Si fuera hace más calor que dentro, cierra todo. Protege ese pequeño frescor que has conseguido conservar.
Parece contraintuitivo, pero muchas veces abrimos la casa justo cuando deberíamos cerrarla. El calor entra, se queda, y luego es muy difícil sacarlo. Lo que conseguimos con todo esto no es solo una casa más fresca, sino un hogar más sabio. Que sabe protegernos del calor sin pelear con él. Que se adapta, que guarda el frío como un tesoro.
Como siempre, todo empieza con mirar, escuchar, entender cómo se comporta el lugar donde vivimos.
Y poco a poco, sin hacer ruido, empezar a cuidarlo.
Más allá de estas pequeñas acciones diarias, está lo que sí se puede hacer en una reforma para mejorar el aislamiento y la inercia térmica, pero de eso os hablaré otro día. El tema del confort térmico tiene muchas variables y es largo de contar, y hoy quería dejaros esta pequeña reflexión.
Si sueñas con una casa más fresca, más sabia, más tuya también en los días más duros del verano y no sabes por dónde empezar…
hablemos. Me encantará ayudarte a dar ese primer paso.
Por cierto, ¿qué opinas?
Como sé que este tema "trae candela" te invito a escribirme a nestor@corazondearquitecto.es y compartir tu reflexión, puede servir de inspiración para otras cartas y así ayudar a más gente.